Un fantasma que se extiende más allá de los pliegues cerebrales, más allá de nuestras ensoñaciones más grotescas... Un fantasma que nos hace reptar, aullar, pernocatar, deyectar. Nos observa desde sus ojitos violentos y uno no puede sino sentirse amedrentado. Yo la intento recorrer con pequeños pasos; se ha de reír... y yo la fotografío y ella a veces sonríe.
Celebro tu manía de mirar los charcos. Excelente foto.
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