jueves, 11 de marzo de 2010

fe de erratas

Escuché con atención "Te regalo una rosa" de Juan Luis Guerra... Pensé en ti, entendí la canción, entendí qué se debe de sentir para poder escribir algo así: Y me llegó especialmente la frase: te regalo mis manos...

Y eso fue lo que hice contigo, no te regalé sólo mis caricias, sino mis manos, y con ellas mi voluntad, lo que creaba. Te regalé mis ojos, y con ellos mis anhelos. Me envolví para regalo y me puse a los pies de tu hogar. Sin saber absolutamente nada de cómo suturar una herida me abrí el tórax para sacar el corazón todavía palpitante y dártelo,  nada más a ti. Donde almacenamos los recuerdos construí el más bello de los templos para guardar ahí nuestra historia.


¿Cómo puedes decir que sólo quería coger contigo, si yo puse el llanto y los muertos?

Debo de estar defectuoso, que donde hay algo hermoso y sublime sale de mí como lo más abyecto y deplorable. 

¿Cómo puedes decir eso, si mi tristeza tiene tantos nombres como los que te recuerdo?




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