domingo, 4 de abril de 2010

ficción de la adultez

los peligros de la razón, los atisbos oscuros de las intenciones nobles...

Somos personas adultas ¿no es cierto?

Sabemos cruzar la calle y pedir las cosas por favor; tenemos credencial de elector, licencia de conducir; nocturnos andamos las calles solas y no rendimos cuenta a nadie; conocemos las consecuencias de nuestros actos y arrojamos a reptar entre nosotros vástagos que han de ser el futuro de la humanidad; personas libres y concientes..

Pero 

¿Realmente?

Me ocurre la sensación de estar jugando, de que mis palabras no se corresponden con ninguna realidad, que mis actos son el primer y último ensayo de una obra que ya se está representando; un títere, un muñeco conducido por hilos abstractos cuya inteligencia última es el mero azar y la vacua causalidad...

Un hombre adulto...

ja

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